Recuerdo luego que a una manzana de distancia, a vuelo de pájaro, hay un peumo en la vereda elevada de San José, llegando a Agua Santa.
Misterio resuelto, las tórtolas se iban a cebar al peumo y volvían con el buche lleno a mi jardín.
Han pasado nueve meses desde que aparecieron las semillas y ya están creciendo peumos a la sombra del jacarandá, el quebracho y un papayo en el jardín. Tendré que embolsarlos y buscarles un destino adecuado.